Hay una pregunta que muy frecuentemente se les formula a los oftalmólogos veterinarios: “¿Cómo ven los animales?”.
Ciertamente, la respuesta no es fácil, entre otras cosas porque no podemos preguntarles a nuestras mascotas qué es lo que leen en un panel visual. Sin embargo, a través de estudios comparativos sí se ha podido llegar a ciertos supuestos acerca de su visión.
La función visual es el resultado de una combinación de factores que incluyen: el campo visual, la percepción de profundidad (habilidad para medir distancias), agudeza (habilidad para enfocar) percepción de movimiento y diferenciación del color. Todos estos aspectos deben ser procesados por el cerebro para dar lugar a la visión.
Aunque comúnmente se piensa que los perros y gatos sólo ven en blanco y negro, recientes evidencias sugieren que pueden tener un cierto grado de visión útil de los colores. La percepción del color está determinada por la presencia de los conos, unos fotorreceptores de la retina que se estimulan en condiciones de iluminación intensa y que representan aproximadamente el 20% de las neuronas fotorreceptoras en la retina central del perro. En humanos, la retina central (mácula) es 100% de conos.
Determinados tests de comportamiento y pruebas de estimulación de la retina a diferentes longitudes de onda, sugieren que los perros y los gatos pueden distinguir el color rojo y azul, pero a menudo confunden verde y rojo. Básicamente se podría decir que tienen visión dicromática, frente a la visión tricromática de las personas.
La posición de los ojos en la cabeza determina el grado de visión periférica así como la cantidad de campo visual que es vista simultáneamente con ambos ojos, es decir, lo que se llama visión binocular, que es necesaria para medir correctamente las distancias. El campo visual de un perro y gato es de 240 grados, comparado con los 200 grados de los humanos. Pero su campo de visión binocular (de perros y gatos) es más o menos la mitad que el nuestro.
Los ojos de los gatos y los perros han sufrido las modificaciones adaptativas típicas de los cazadores nocturnos. Poseen una estructura especial debajo de la retina llamada tapetum lucidum, que funciona a modo de espejo como una capa reflectante que intensifica la visión en condiciones de penumbra. Esta estructura es la responsable del efecto de “ojos brillantes” que se observa cuando muchos animales miran las luces de un coche o el flash de una cámara de fotos.
La agudeza visual (habilidad para enfocar de modo que dos objetos aparezcan como entidades distintas) es lo que en personas se mide usando un panel visual. Sin embargo con animales y niños puede medirse mediante un retinoscopio. La agudeza visual de un perro o un gato es menor que la de una persona, ( lo que un perro puede distinguir a 6 metros una persona lo hace a 25 metros). La agudeza depende sobretodo de la córnea y el cristalino. Pero en perros y gatos, la estructura del ojo con mayor poder óptico es la córnea. El cristalino no tiene tanto poder de acomodación como en humanos y es menos importante, de ahí que en una cirugía de extracción de cataratas estos animales no se vean tan mermados si no se les coloca en su lugar una lente intraocular. Es decir, sustituir el cristalino por una lente artificial es deseable, pero no indispensable en animales domésticos.
Además, sorprende cómo muchos animales se desenvuelven relativamente bien en un medio que les es familiar, incluso con un déficit visual severo, lo cual es ilustrativo de la habilidad de los perros y gatos para valerse eminentemente de sus otros sentidos, como el oído y el olfato.
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